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03 – Diario de Investigación

Bitácora de una disputa: La higiene visual frente al cuerpo político

Esta semana, el foro de la asignatura se ha convertido en un inesperado laboratorio de pruebas para mi hipótesis central. Partiendo de la entrevista a Martha Rosler (Son[i]a) y su crítica a la representación documental, lancé al grupo una provocación: cuestionar si la eliminación del sujeto humano (la estrategia de la «higiene visual» o asepsia) sigue siendo una respuesta ética válida hoy en día, o si, por el contrario, invisibiliza el conflicto.

Mi postura, que defiende el retorno del «Actor Social» y la «Semiótica de la Confrontación», se enfrentó a tres objeciones clásicas y muy pertinentes planteadas por mis compañeros (Elena, David e Inma). Lejos de invalidar mi propuesta, estas fricciones me han obligado a afinar mis argumentos y a definir mejor los límites de mi investigación.

1. Sobre la saturación (El factor Elena)

Elena planteó el riesgo de la «insensibilización» ante la crudeza de las imágenes.

  • Reflexión: Es un riesgo real, pero he comprendido que mi propuesta no busca competir con el shock mediático (que insensibiliza por acumulación y rapidez), sino generar un «encuentro». La investigación artística opera en tiempos lentos.

  • Conclusión: La cura contra la saturación no es la ausencia de imagen (el vacío), sino el exceso de contexto y dignidad (la agencia).

2. Sobre lo invisible y la imaginación (El factor David)

David defendió la potencia de la invisibilidad para activar la imaginación del espectador y evitar el «festín del dolor».

  • Reflexión: Este fue el contraargumento más intelectual. Me hizo ver que mi defensa de la imagen debe basarse en su cualidad induxical (como huella forense).

  • Conclusión: No puedo confiar en la imaginación del espectador porque esta suele construirse desde el privilegio y el prejuicio. A veces, la realidad es inimaginable. Por eso la imagen concreta del cuerpo es necesaria: actúa como una prueba de realidad que rompe la burbuja especulativa del espectador.

3. Sobre la empatía y el simulacro (El factor Inma)

Inma propuso la inmersión (simulacros, ponerse en la piel del otro) como vía de conocimiento.

  • Reflexión: Aquí identifiqué una distinción ética crucial para mi trabajo: la diferencia entre Empatía (sentir lo que tú sientes) y Alteridad (reconocer que tú eres otro y tengo una responsabilidad hacia ti).

  • Conclusión: Los simulacros corren el riesgo de centrar la experiencia en el «yo» del espectador (su miedo, su llanto). Mi propuesta de «sostener la mirada» del sujeto real devuelve el protagonismo a la víctima, impidiendo que su dolor se convierta en una atracción turística emocional.

Tras este intercambio, mi admiración por Martha Rosler se mantiene, pero mi divergencia metodológica se solidifica. Entiendo que en los años 70, retirar el cuerpo era un acto radical contra la mercantilización. Pero hoy, en la era de los datos abstractos y la gentrificación invisible, el acto radical es mostrar el cuerpo.

Mi investigación en este proceso del Reto 3, por tanto, no debe buscar la «pornografía de la pobreza» (explotación), pero tampoco la «asepsia académica» (ocultación). Debo buscar una «Estética de la Presencia»: una forma de representación donde el sujeto no sea un objeto pasivo de lástima, sino un agente político que interroga a quien mira.

Próximos pasos: Investigar referentes contemporáneos que trabajen esta línea (Santiago Sierra, Teresa Margolles, LaToya Ruby Frazier) para ver cómo resuelven técnicamente la tensión entre dignidad y crudeza.

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